7.26.2010

...

Alguna vez pensaste que verdaderamente ese era el remedio: llorar, cerrar los ojos y dormir. Y así quizás al despertar ya no tuvieras esa vil memoria dando vueltas en el alma. Una y otra vez quiziste volver a intentarlo, pero siempre chocaste con la misma respuesta.

Rezaste, prendiste velas, sacrificaste, y siempre suplicando piedad, justificándote diciendo que si Él te ayudaba a solucionarlo, podrías entregarte más.

Cuanto más te esforzaste por perder el dolor, más se acercaba esa mirada tierna que retorcía tu corazón.

Y entonces te dijiste 'quizás sea la respuesta, seguir esperando, seguir llorando, seguir amando. Quizás tu dulzura un día sea mía otra vez'.

No señor, no dejé de amarte. Y por mucho que me esfuerce, dudo que lo logre.

¿Será de Dios?